lunes, 5 de enero de 2015

EL DESAYUNO

EL DESAYUNO

Anoche nos hicimos una promesa. Mientras le hicimos la pera al baño, preparamos todo para que fuera más sencillo. Te acostaste a medio vestir, con remera, sweater y calzoncillo; al blue Jean lo pusiste al borde de la cama y en el suelo esperaban tus botitas inquietas para la sorpresa. Y así fue; apenas me desperté te llamé entre runruneos aún de sueño, pues te oí conversar con tu hermano menor y te recordé, en esa quejumbrosa llamada, tu olvido. Ligero cual un cervatillo dorado, diste un brinco, te pusiste el pantalón, los zapatos –cosa que jamás logro que hagas- fuiste al baño, te lavaste la cara, te cepillaste el pelo, ése que Dios te otorgó de seda, y disparaste abajo gritando: -Marta, Marta, ven que te necesito-. Me quedé pues, esperando tu llegada, con los ojos cerrados, en mi cama. Al ratito, cuando casi me había vuelto a dormir, oí el tintineo de una cucharita sobre el plato, el ruido a risa recién hecha y lo pasos de mi amor subiendo por la escalera que lleva a mi dormitorio. Apareciste tú, hecho miel y luz, con tus manos regordetas sosteniendo una bandeja enorme para tus pocos años, llena de remedios, de galletitas con manteca y dulce de frutilla y una taza de café humeante, invitándome a despertar con una sonrisa de agradecimiento. Tomé apurada esa bandeja que había llegado casi por casualidad intacta a mi cuarto y saboree mi desayuno encantada. Tú, parado al lado de mi cama, peinado y reluciendo de felicidad, me preguntabas: -¿Lo hice bien, mamá? ¿Está bien?- -Sí- respondí yo, con mis ojos, pues mi boca estaba llena de dulce y de amor. Pues eso quise escribirte, Santito, cuando empecé este cuento. La vida está llena de inesperadas compensaciones, que pueden tornar un día en un milagro, un momento odioso en una aventura. Este desayuno tan tambaleante que llegó a mi cama, una mañana de Julio, cuando estábamos de vacaciones, será inolvidable en mi memoria, porque me lo trajiste tú, mi amor, mi hijo querido, y porque lo dejé estampado en un papel para que otros lo puedan saborear conmigo.

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